La caja provenía de Hong Kong y traía un repuesto para reparar la Mac. La compra la hice a través de internet, como corresponde en estos tiempos, ni siquera le vi la cara al vendedor, no tengo idea con qué sujeto habré tratado o si toda la operación fue coordinada por robots y pedazos de software. Así todo, alguien puso el repuesto en la caja, la llevó a alguna oficina postal hongkongnesa y le pegaron seis hermosas estampillas que luego decoraron con un par de borrosos matasellos. El resultado es una verdadera obra de amor y cariño en medio de tanto correo electrónico. No puede resistirme a sacarle algunas fotos para compartirlas con ustedes.