Un empresario inescrupuloso, un rey inútil, un militar insubordinado y un pueblo víctima de las circunstancias (cualesquiera que ellas sean) son los personajes de esta historia. Más allá de todas las connotaciones político/ sociales que se le puedan adjudicar lo que a mí más me gusta de este libro son las ilustraciones de I. Sedazzari, tan bonitas que hasta uno se encariña con el cretino de patrón Palanca.
El libro es de la editorial Rompan filas del año 1974. Su vigencia, mientras el mundo no cambie demasiado, es eterna.





Hace unos cuantos años atrás, calculo que sería 1992 o 1993, encontré este libro en la librería de usados El debate. No pude evitar leerlo aprovechando que por ser literatura infantil no tiene mucho para leer y además porque los libreros propietarios eran amigos míos. Por alguna razón desistí en llevármelo a casa sin embargo el nombre de uno de los personajes de la historia, el empresario patrón Palanca, se instaló en mi cerebro de por vida.
Cada vez que pensaba en algún empresario déspota e inescrupuloso venía a mi mente patrón Palanca y su bebida hecha con los residuos del petróleo. La semana pasada (más exactamente el viernes el 17 de junio) fui a Mu a presenciar un show de ventriloquía. Mientras esperaba que de inicio el espectáculo de Paco y Oliverio veo que entre las estanterías (o debo llamarlas cajonerías) del local había un libro titulado La ultrabomba. En cuestión de nanosegundos recordé que ese era el libro de patrón Palanca.
Esta vez no lo dejé pasar, compré un ejemplar y también me traje El pueblo que no quería ser gris, de la misma colección. He estado rastreando el nombre de I. Sedazzari en la supercarretera informática en busca de más datos e ilustraciones de esta persona pero no he tenido suerte alguna. Por lo que pude encontrar, supongo que el nombre completo es Ivo Sedazzari.