Comida viejuna

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Una marca de alimentos enlatados que podría haber cautivado al consumidor norteamericano brindándoles las calidez y abundancia de la cocina italiana es rechazada de cuajo en importante concurso de diseño.

Hace un tiempo uno de los temas de los concursos que organiza Spoonflower fue Vintage Canned Foods que podemos traducirlo como Comida enlatada viejuna. Siempre me fascinó el modo en la que humanidad abrazó, allá por los años 50 y 60 las ideas de practicidad, modernidad y progreso a través de los alimentos enlatados. Y si algo contribuyó al rotundo triunfo de la libertad enlatada sobre el avasallante yugo de la pela de hortalizas frescas a mano creo que fue la publicidad de la época que alentaba, a través de las más tentadoras ilustraciones de platos, la creación de estupendos banquetes en cuestión de minutos.

Así fue como se me ocurrió la idea de una marca de alimentos enlatados que podría haber cautivado al consumidor norteamericano brindándoles las calidez y abundancia de la cocina italiana. Lo primero que me vino a la mente fue el salame enlatado, por la propia forma cilíndrica de los salames, nada mejor que meterlos en una lata y para que el deleite comience ni bien se abra la lata, ¿por qué no hacer que ya venga cortado en rodajas? De ahi surge la imagen del cuchillito “sliceando” al salame y, ya que estamos, también el texto. Un recurso gráfico barato y manido hasta el hartazgo aunque novedoso si nos ubicamos en la época en que la publicidad hubiera aparecido en diarios y revistas.

Diavolino Canned Foods Sliced Salami

Me gustó el cuchillito y necesité completar el juego de cubiertos (siempre recurrente en mi la necesidad de completar, vean el caso de los sellos postales rumanos) necesitaba enlatar algo que se comiera con cuchara y algo con tenedor, la sopa y los espaguetis fueron la mejor opción por su grafía breve en la lengua italiana.

Diavolino Canned Foods Supa
Diavolino Vintage Italian Canned Foods

Debo admitir que no recuerdo si fue el personaje que dio el nombre a la marca o si fue la marca Diavolino que dio origen al personaje: un niño con vestimenta estilo arlequín, cornudo y portando –en lugar de un tridente– una de las clásicas llavecitas con que se abrían aquellas latas de antaño. ¿Por qué un diablito? Tampoco lo sé con exactitud, se me vino de repente a la cabeza y lo dibujé de una, sin corregirlo. Soy muy mal dibujante a mano alzada y creo que esta vez esa desventaja jugó a mi favor para lograr el estilo ingenuo del personaje.

Retomando el tema de por qué un diablito, la mejor justificación que puedo ofrecer es porque se me hace el aliado ideal para la preparación de un almuerzo o cena con productos de dudosa calidad salidos de una lata y con muy poca o nula preparación posterior más allá de una breve horneada. El diablito guarda el secreto de aquellas amas de casa que esperaban a sus maridos con delicias recién preparadas sin saber él, el origen verdadero de tan imaginativos menús. Un guiño a la estafa de que eran víctimas.

¿Y cómo me fue en el concurso? Un demoledor fracaso. Ganó un diseño donde latas de comestibles tan extraños como amor, curiosidad y gratitud sirve de maceteros y floreros. También hubo muchas sardinas entre los motivos más votados. Sí, las sardinas son mucho mas enlatables que los salames y mucho más lindas y vistosas para dibujar. A pesar de ello puse en mi tienda el diseño y vendí algunas muestras. Tras el anuncio de los ganadores, Italian Canned Foods INC. emitió un comunicado en Instagram donde anunciaba el retiro del mercado de sus productos y aconsejaba evitar su consumo por representar un riesgo para la salud.