Lá página ya no es estática y el contenido en cada una de ellas queda librado, en el mejor de los casos, a la buena de Dios.
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Author: Sergio
El mundo en color: Japón
Este libro de 1959 pertenece a la colección El mundo en color que pretende iluminarnos acerca de diferentes ciudades y culturas. Este volumen, correspondiente a Japón no escatima en ilustraciones y fotografías que respetan los más estrictos cánones de ingenuidad y simpleza.
El arte del encastre
Con el Rasti dominé la técnica del encastrado con precisión milimétrica, me volví riguroso y detallista copiando los modelos del catálogo, obsesivo y maniático.
Cien lances de jiu-jitsu
“El jiu-jitsu –nombre ortografiado a la inglesa y que debe pronunciarse djiu-djitts’, eludiendo la u final– ha caído en gracia; su rareza misma ha contribuído al éxito del método”. Así comienza la aleccionadora obra de Emile André: Cien lances de jiu-jitsu. Triunfo de la destreza y la habilidad sobre la fuerza bruta.
La ultrabomba
Un empresario inescrupuloso, un rey inútil, un militar insubordinado y un pueblo víctima de las circunstancias (cualesquiera que ellas sean) son los personajes de esta historia. Más allá de todas las connotaciones político/ sociales que se le puedan adjudicar lo que a mí más me gusta de este libro son las ilustraciones de I. Sedazzari, tan bonitas que hasta uno se encariña con el cretino de patrón Palanca. El libro es de la editorial Rompan filas del año 1974. Su vigencia, mientras el mundo no cambie demasiado, es eterna.
Heini y Mauricio
Esta maravilla didáctica, en tan solo 48 páginas nos alecciona acerca de las bondades de las prácticas deportivas y el beneficio que ello trae tanto para nosotros como para nuestra patria.
Un pleno al 36
Estas tarjetas de ruleta, punto y banca y treinta y cuarenta pertenecen al casino de Mar del Plata y calculo serán de entre 1970 y 1974. Mi padre las traía a casa cuando iba al casino durante nuestros veraneos en Mardel. El propósito de los cartones era el de llevar registro de los números que salían en la mesa de juegos y así el apostador podia aplicar todos sus conocimientos probabilísticos al solo efecto de encontrar la martingala perfecta que haría saltar la banca, y por ende, llenar sus bosillos de frescos billetes.