Tipografía neoplástica

Jugoso hallazgo para una mañana de domingo. Ayer, en la librería Asunto Impreso de la calle Perú encontré esta edición de fonts inspirados en el movimiento neoplasticista. Mientras revolvía las cajas de ofertas que están al fondo del local, el cartón mondrianista saltó hacia mí como un perro abandonado en busca de dueño. Lo mejor es que las tipografías vienen en diskete y eso es lo que realmente tiene valor. La edición es de 1995. La editora P22 Type foundry aun existe y estos mismos fonts se pueden comprar a través de su sitio. Claro, ya no van a obtener el diskete y el simpático cartoncito. El diskete incluye un set de símbolos llamado Extras. Según explica el folleto se trata de un sistema de símbolos desarrollados para identificar el paisaje urbano. No tenía idea acerca de la existencia de estos símbolos. El folleto no dice quién o quiénes lo crearon, ni da mayores datos. Tendré que buscar en la supercarretera informática para ver qué encuentro. Los símbolos Extras. El diskete en su bolsita original y sin despegar del cartón. 

A la vieja usanza

La caja provenía de Hong Kong y traía un repuesto para reparar la Mac. La compra la hice a través de internet, como corresponde en estos tiempos, ni siquera le vi la cara al vendedor, no tengo idea con qué sujeto habré tratado o si toda la operación fue coordinada por robots y pedazos de software. Así todo, alguien puso el repuesto en la caja, la llevó a alguna oficina postal hongkongnesa y le pegaron seis hermosas estampillas que luego decoraron con un par de borrosos matasellos. El resultado es una verdadera obra de amor y cariño en medio de tanto correo electrónico. No puede resistirme a sacarle algunas fotos para compartirlas con ustedes. 

El arte del encastre

Sin lugar a dudas el Rasti fue mi juguete preferido. Mis primeros pasos en el mundo de la construcción con bloquecitos los di con el Mis ladrillos pero cuando tuve mi primera caja de Rasti, la StarBox 1000, la más grande, nunca quise probar otra cosa. Para ese entonces ya había pasado por dos versiones del Mis ladrillos, primero el de goma, sí, los primeros bloquecitos eran de goma y venían en maravillosos colores: blanco medio cremita-amarillento y terracota; se podía decir que era un juego muy flexible. Luego aparecieron los de plástico rígido más coloridos y muy propensos a la rotura por quiebre.Con el Rasti dominé la técnica del encastrado con precisión milimétrica, me volví riguroso y detallista copiando los modelos del catálogo, obsesivo y maniático. Leyes inquebrantables debían ser respetadas: no mezclar ladrillitos de cualquier color, utilizar la espátula provista y no los dientes para separar los “chatitos”, jamás incorporar elementos ajenos al sistema (sí me permitía banditas elásticas para conectar poleas), jugar siempre en el suelo ya que era imperioso hacerse de abajo.Semejante conducta no se forja encastrando bloquecitos de colores, mucho le debo a las dos guías que traía la caja, eran para mí fuente de toda inspiración, razón y justicia. Era tanto el tiempo que le dedicaba al armado de las construcciones como al estudio meticuloso de las guías. Memorizar códigos de piezas, conocer el uso correcto y las posibilidades que brindaba cada una de ellas era primordial.Ahora que vuelvo a ver estas guías comprendo a qué se debía esa rigurosidad de sacerdocio. Basta con hojear las páginas para darse cuenta de que están más cerca a un manual de dibujo técnico para alumnos de colegio industrial o a un tratado sobre normas IRAM que a una guía amena para inspirar a los niños. Vean las imágenes y compruébenlo ustedes mismos. Esta es una de mis ilustraciones favoritas. Relaciones entre los distintos tamaños de engranajes. El módulo universal. También conocido como Buckminster Fuller para niños. Ingeniería mecánica al alcance de todos. Quiero esta imagen estampada en una remera.Y aquí los ejemplificadores modelos que cualquier niño, respetuoso de las reglas aprendidas en la guía, podía construir con solo echar un vistazo a las fotografías.

Lo perdurable y lo efímero

Pues qué bonitas son las tapas de estos catálogos de la RCA. La tipografía es Futura, los catálogos son de entre 1958 y 1961. No deja de maravillarme cómo una tipografía que en ese momento ya andaba por los treinta años, al día de hoy aún no ha perdido ni un pelo de actualidad en comparación con las formas de los equipos mostrados que no pudieron superar la barrera de los cincuentas y, para dejar bien claro a qué época pertenecieron, a la consola que se ve en la imagen TAPE and FILM la remataron con una elegante placa cromada propia de la época. El mismo tipo de placas que se veían en automóviles, heladeras, licuadoras y cuanto objeto mereciera un toque de elegancia. 

Cien lances de jiu-jitsu

“El jiu-jitsu –nombre ortografiado a la inglesa y que debe pronunciarse djiu-djitts’, eludiendo la u final–, ha caído en gracia; su rareza misma ha contribuído al éxito del método”. Así comienza la aleccionadora obra de Emile André: Cien lances de jiu-jitsu. Triunfo de la destreza y la habilidad sobre la fuerza bruta. A juzgar por la tapa este libro bien podría ser un manual práctico de ataque y defensa sin armas para agentes y espías durante la guerra fría. La edición es de 1969 y me atrevo a decir que la ilustración de tapa (que firma Matesanz) fue actualizada a los tiempos de la impresión, dado que las del interior parecen algo más antiguas. Como es habitual en estos textos la abundante cantidad de frases de colección y las ilustraciones, toscas e imprecisas en su totalidad, le confieren el halo de libro de culto. La zancadilla es cultivada con esmero. ¡Qué poético! Nótese que el jiu-jitsu se practica de elegante etiqueta. Mientras que el noble practicante luce sombrero, el atormentado oponente lleva gorra propia de un rufián, malechor, caco o criminal de barrios bajos. 

La ultrabomba

Un empresario inescrupuloso, un rey inútil, un militar insubordinado y un pueblo víctima de las circunstancias (cualesquiera que ellas sean) son los personajes de esta historia. Más allá de todas las connotaciones político/ sociales que se le puedan adjudicar lo que a mí más me gusta de este libro son las ilustraciones de I. Sedazzari, tan bonitas que hasta uno se encariña con el cretino de patrón Palanca. El libro es de la editorial Rompan filas del año 1974. Su vigencia, mientras el mundo no cambie demasiado, es eterna. Patrón Palanca atesora una ínfima parte de su preciada fortuna.  El pueblo bebe la porquería que patrón Palanca hace con los residuos del petróleo. Patrón Palanca y la ultrabomba, fruto de su creación. Detalles de la ultrabomba. Patrón Palanca se proclama jefe de la televisión y general, junto al rey anuncia el inminente ataque al enemigo. La ultrabomba lista para ser arrojada al enemigo. El pueblo dice NO. La historia completa Acerca de cómo dí con este libro. Hace unos cuantos años atrás, calculo que sería 1992 o 1993, encontré este libro en la librería de usados El debate. No pude evitar leerlo aprovechando que por ser literatura infantil no tiene mucho para leer y además porque los libreros propietarios eran amigos míos. Por alguna razón desistí en llevármelo a casa sin embargo el nombre de uno de los personajes de la historia, el empresario patrón Palanca, se instaló en mi cerebro de por vida. Cada vez que pensaba en algún empresario déspota e inescrupuloso venía a mi mente patrón Palanca y su bebida hecha con los residuos del petróleo. La semana pasada (más exactamente el viernes el 17 de junio) fui a Mu a presenciar un show de ventriloquía. Mientras esperaba que de inicio el espectáculo de Paco y Oliverio veo que entre las estanterías (o debo llamarlas cajonerías) del local había un libro titulado La ultrabomba. En cuestión de nanosegundos recordé que ese era el libro de patrón Palanca. Esta vez no lo dejé pasar, compré un ejemplar y también me traje E l pueblo que no quería ser gris, de la misma colección. * He estado rastreando el nombre de I. Sedazzari en la supercarretera informática en busca de más datos e ilustraciones de esta persona pero no he tenido suerte alguna. Por lo que pude encontrar, supongo que el nombre completo es Ivo Sedazzari.

Heini y Mauricio

Continuando con los posts acerca de literatura deportiva, hoy les presento un interesante ejemplar de la biblioteca familiar que fue motivo de dicha y educación calisténica en mis años mozos. Se trata del Curso completo de cultura física científica (para ambos sexos) del profesor Heini Wenzel.Esta maravilla didáctica, en tan solo 48 páginas nos alecciona acerca de las bondades de las prácticas deportivas y el beneficio que ello trae tanto para nosotros como para nuestra patria. Bien claro queda esto en el prólogo de la décima edición del 28 de mayo de 1946 que comienza así: “Este libro es para tu bien y el de tu patria. Un espíritu sano en un cuerpo sano es lo más perfecto que puedes ofrecer”. No cabe duda que el profesor Wenzel pretende obtener lo mejor de nosotros mismos y para ello no escatima en ilustrar sus 32 ejercicios con emblemáticas fotografías de su propia persona junto al “conocido jugador internacional y olímpico de water polo Mauricio Zuckermandl” realizando las poses pertinentes a cada actividad. Y como sé que estais esperando ver las imágenes en cuestión, os dejo sin más frente a las mismas. Disfrutadlas. 

Sociedad Científica Ducati

Las imágenes que verán a continuación pertenecen a un folleto que traían los condensadores Ducati (componentes electrónicos en los que no voy a entrar en detalle) allá por 1924/28. Para hacerse una idea acerca del “concepto de modernidad” en la época imaginen un producto de tecnología de punta como sería hoy un microprocesador y la gráfica que lo acompaña, y compárenlo con las ilustraciones de esta pieza.El folleto, junto con el condensador y su cajita de cartón forman parte de nuestra colección de extraños objetos y rarezas impresas. Aproximadamente 1928/28. 

Un pleno al 36

Estas tarjetas de ruleta, punto y banca y treinta y cuarenta pertenecen al casino de Mar del Plata y calculo serán de entre 1970 y 1974. Mi padre las traía a casa cuando iba al casino durante nuestros veraneos en Mardel. El propósito de los cartones era el de llevar registro de los números que salían en la mesa de juegos y así el apostador podia aplicar todos sus conocimientos probabilísticos al solo efecto de encontrar la martingala perfecta que haría saltar la banca, y por ende, llenar sus bosillos de frescos billetes.Varios de estos tarjetones no solo se salvaron de terminar en el cesto de basura, sino que además nos los trajimos para Buenos Aires y permanecieron en la casa de mis padres hasta hace unos días cuando decidí rescatarlos para escribir esta nota. Yo les tengo un particular afecto pues recuerdo que me encantaba dibujar en la cuadrícula que traían al dorso y el dibujo de la ruleta me fascinaba. Debo admitir que no conocía, o al menos no tenía recuerdos, de los cartones de punto y banca y treinta y cuarenta. Números vecinos, pago de las apuestas y otras informaciones útiles para el jugador. Los tarjetones conformaban un sistema simple y efectivo que invitaba al apostador a despilfarrar todo su dinero en pos de un sueño más que casi imposible: saltar la banca. Algo que también me llamó la atención cuando me reencontré con mis cartoncitos de la infancia fue las publicidades de la fina sidra Real y la supongo elegantísima colonia Devon que muestro a continuación. 

Amor de colosos

El libro que hoy les presento forma parte de mi bliblioteca desde hace tal vez más de veinte años. Fue impreso en 1976, en la ciudad de México y trata sobre un tema fundamental de la cultura mexicana: la lucha libre. Con él pretendo dar comienzo a una serie de publicaciones acerca de la enseñanza del deporte a través de la literatura, asunto para mí bastante complicado si no fuera porque contamos con el maravilloso mundo de las ilustraciones que ejemplifican con mucha más precisión lo que las palabras no pueden mostrar.El libro se titula Manual práctico de lucha libre (reglas internacionales de lucha libre lucha estilo libre y lucha grecoromana). Su autor, el supongo prestigioso E. C. Gallagher, nos explica “lo mejor que, a mi juicio, se conoce en los grupos de llaves, tijeras, candados, zancadillas, rolls, trips, etc.”. Todo a través de notas breves y un sinfín de ilustraciones y es justamente a partir de las viñetas donde el libro empieza a hacer agua.Si le damos una rápida ojeada a este libro, sin conocer su título o la temática que trata seguramente creeríamos estar ante un tratado de amatoria varonil. Abrazos sofocantes, caricias provocativas y poses sugerentes es todo lo que las burdas ilustraciones nos transmiten. La sumatoria de todos estos desacertados gráficos es lo que pone a esta obra en el pedestal más alto de lo bizarro y, por ende, la vuelve de incalculable valor para mí. Ya habiendo dicho suficiente los dejo en la sana compañía de las significativas imágenes. A continuación la situación se pone más tensa.